Nuestro nacionalismo en los meses finales de 2015
No estamos al margen de la historia. Y mucho menos de la actualidad. Lo vemos y escuchamos todo en el proceso político que se está llevando adelante. Por eso, frente a algunos amigos que nos preguntan “¿qué se hace?”, o “¿qué puede hacerse?”, preferimos salir de los “slogans” y trabajar políticamente.
“¿Cómo?, ¿qué?, ¿harán un partido?...” No, se trabaja políticamente cuando se tienden puentes, cuando se captan voluntades o cuando se difunden las ideas.
El Nacionalismo en el marco de la mirada más simple y candorosa es de orden natural: es pasión y defensa, es sentimiento entrañable y es irritación, es reflexión y tensión a un mismo tiempo.
En este ámbito al cual lo circunscribimos no tenemos ninguna duda que existe un estado colectivo de planteos o ideas de cuño o lenguaje nacionalista asequible a una porción considerable de la población. En pocas palabras, la simpleza de ese nacionalismo primario prendería en un número de personas mucho mayor del que podríamos imaginar. Pero para eso, claro está, hay que trabajar. Y eso es lo difícil. Si bien la frase puede no ser la mejor, podemos decir que hay “gente de inspiración nacionalista”, que jamás se le ocurriría pensarse a sí mismo como “nacionalista”. Podríamos establecer una semejanza con aquellos que sin tener formación musical encuentran que una melodía les llena el alma o les confiere un determinado momento de armonía.
En este ámbito al cual lo circunscribimos no tenemos ninguna duda que existe un estado colectivo de planteos o ideas de cuño o lenguaje nacionalista asequible a una porción considerable de la población. En pocas palabras, la simpleza de ese nacionalismo primario prendería en un número de personas mucho mayor del que podríamos imaginar. Pero para eso, claro está, hay que trabajar. Y eso es lo difícil. Si bien la frase puede no ser la mejor, podemos decir que hay “gente de inspiración nacionalista”, que jamás se le ocurriría pensarse a sí mismo como “nacionalista”. Podríamos establecer una semejanza con aquellos que sin tener formación musical encuentran que una melodía les llena el alma o les confiere un determinado momento de armonía.
El nacionalismo que hace política es aquel que luego de organizar a sus cuadros dirigentes y mantener una estructura mínima en el tiempo, se vuelca a la captación de estos elementos dispersos. Desde hace no menos de una década existen dirigentes o simplemente particulares que con iniciativa trabajan en tal sentido. Y los trabajos van dando sus frutos. Las construcciones políticas, máxime cuando se dan en tiempos agónicos, son extremadamente dificultosas y a mediano o largo plazo. No hay lugar para apresurados y ansiosos. Pero se avanza.
Aparecen los enemigos, a veces enfrente, fácilmente identificables. Otros surgen al lado, como los yuyos entre el cultivo. Los primeros, paradójicamente, nos alientan en la lucha, los segundos nos molestan y estorban, como el yuyo al buen fruto. No importa, ya el nacionalismo está de guardia a la espera del alba. Pero no es una espera pasiva. Es una tensa vigilia que nos tiene bien pertrechados espiritualmente.
Hernán M. Capizzano
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