Entre el fuego enemigo y el fuego amigo.
“Mejor es no creer en nada, ni en Cristo ni en Sarmiento, que creer a la vez en Cristo y en Sarmiento. Lo
primero da un ateo; lo segundo un católico mistongo”.

Díganle a Monseñor N. N. de mi parte, con todo respeto y amor, que el liberalismo es una idolatría y el
nacionalismo NO es una idolatría. ¿Y por qué no?
Si el liberal al hacer de la Libertad con mayúscula un Fin
Absoluto (y peor aun hacer un ídolo dese getudo indiscreto que fue Sarmiento) es idólatra, ¿por qué no será
idólatra también el nacionalista que hace de la Nación con mayúscula un Fin Absoluto? Porque no; porque yo
digo que no hay mucho peligro deso en la Argentina. No niego que sea posible en Alemania o Inglaterra; pero
no hay tanto peligro deso en la raza hispánica: el gallego nunca va a hacer un Dios de Francisco Franco,
ni el
argentino va a poner la estatua de Rosas en los altares; al gallego lo van a encontrar siempre hablando MAL de
Franco e incluso de España. ¡No hay peligro que el argentino adore a su patria, más bien actualmente hay
peligro que la desprecie, escupida como está por los judíos! Pero miento, no es la patria: no ha escupido el
Reino de Israel a la Patria sino al Estado; y ni siquiera al Estado: ha escupido al Gobierno; es decir, los judíos
han escupido a otro judío. Así que díganle a Mons. N. N., que dice que yo soy un nazi y un energúmeno, con
todo respeto y amor, que si yo soy nazi por entrar en esta casa, en esta casa somos nazis blancos no somos nazis
negros. Somos nazis Azul y blanco, los cuales nunca adorarán a la nación como si fuese Dios, sino que amarán a
Dios a través de su propia nación; porque si no amas a tu madre, a la cual ves, ¿cómo podrás amar a Dios al
cual no ves? Para muchos de nosotros, “hacer Patria” es sinónimo dese “hacer Dios” de que hablé al principio.
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